Todo comenzó a las 18:00h, una tarde mágica de estrenos, aunque sin alfombra roja, en el pantalán de la Magdalena. El champan deseaba ser derramado como en aquellos primeros tiempos, los marineros de la antigüedad, vertían vino, sobre el casco de sus navíos para conseguir que los dioses marinos les sean siempre clementes.
Allí se encontraban, Andrés (Con su piragüón Flecha), Ana, Isabel y Vicente, cada uno con su Oasis, estrenando sus nuevas adquisiciones, y me da la sensación, de que le cogieron el gustillo a sus nuevas piraguas (al final de esta historia comprenderán el por qué). Al estreno también asistimos, Manolo, Paz, Antonio, Fernando (hijo de Maite) y un servidor, además de un grupo de amigos.
La primera parte de la travesía, se realizó en grupo, íbamos los nueve, y relajadamente por el Carrascón llegamos hasta la rampa de gallineras, para hacer un descanso, serian las 20.00h. Fue en ese lugar, donde el grupo se dividió en dos:
GRUPO I
Ana, Isabel, Fernando y Vicente.
GRUPO II
Paz, Antonio, Manolo, Andrés y Enrique.
Mientras el primer grupo, regresaba al pantanal por el Caño Sancti Petri, pues la marea estaba muy baja para poder pasar de regreso por debajo del puente Labaera, el segundo grupo, marchó rumbo al castillo Sancti Petri sin hacer escala alguna.
Llegamos todos (inclusive el delfín amaestrado de Paz que tiraba de ella como un torpedo, no conseguíamos alcanzarla), faltando 15 minutos para la puesta de sol. Y pudimos ver, los adelantos de las obras en el castillo, con la reconstrucción de los muros de la fortaleza. Ya se nos pasa por la cabeza, montar un bar restaurante allí a Paz y a mí, cuando se nos adelantaron tres piragüistas montando uno improvisado bajo un muelle que allí se encuentra con motivo de la restauración. Así que entre Perfiles IPE y UPN sobre los que se sustenta el entablado, nos comimos unas papas con mojo picón para chuparse los dedos, aunque algunos se acordaron de ellas durante el camino de regreso, por uno u otro motivo, especialmente Manolo, que le entro hambre en la paradita que hicimos en gallineras para hacer tiempo para que subiera la marea.
Terminamos de cenar, ya había oscurecido del todo y la luna ya mostraba su blanca palidez, salpicando de plateado el océano, cual escama de pescado se tratase, estando esta noche acompañada del planeta Venus. Jamás en la vida había hecho algo así, y seguí a mis compañeros al agua en la más completa oscuridad, cual espeleólogos con lucecitas en la cabeza (toda una aventura, me pareció escuchar). Todo estaba oscuro, de no ser por las lucecitas de la costa, más la iluminación rojiza que se eleva desde San Fernando, recortada por la silueta oscura de las dunas, no hubiésemos sabido hacia donde remar. La ruta de vuelta, se convirtió en un paseo, pues además de que la marea nos empujaba para el Carrascón, el agua se puso cual cristal de un espejo, y hasta la luna se veía en su forma redondeada sin ninguna ondulación sobre ésta, era como si la tierra tuviera dos satélites esa noche (como el cuento del ratón que se ahogó queriéndose comer el queso que estaba en el agua).
Ya por el Carrascón, a medida que la luna se alzaba en el firmamento, dejando atrás el horizonte, con más claridad se discernían los objetos, tanto, que se veían hasta los colores de mi piragua, y los boquetes de las bocas en las orillas, yo lo flipaba . Corriente a favor, y luna llena, un… mira mira miraaaa!!! Indicando el firmamento redondeó la noche. Una estrella fugaz, rajo la negra cúpula del firmamento durante unos segundos, tantos, que hasta me dio tiempo de verlo a mí que andaba despistando, para terminar muriendo en un fogonazo verdoso precioso, (menudo bólido). Era la culminación de una noche mágica, de no ser porque aun quedaba pasar por el puente Labaera lleno de piedras, con marea baja y Andrés estrenando piragüa (que mal rato pasó), aunque salió ileso del trance (el champan de la ceremonia seria del bueno, habrá pensado Poseidón o Neptuno).
Llegamos al pantalán sobre las 00:15h
Pero aquí no acaba la noche. Pues en la casa de piraguas, nos dimos cuenta que el primer grupo, aun no había regresado, y eso que ya habían pasado cinco horas y se suponía que ellos habían tomado la ruta de regreso tal y como nos contaron al dividirnos como ya dije, ¿que había podido pasar?(es por eso por lo que dije, que le cogieron gustillo al estreno al principio de este ladrillo).
Paso la antorcha para que cuenten su historia, solo decir que me lo he pasado como un niño chico un 5 de enero por la tarde cogiendo caramelos.
Allí se encontraban, Andrés (Con su piragüón Flecha), Ana, Isabel y Vicente, cada uno con su Oasis, estrenando sus nuevas adquisiciones, y me da la sensación, de que le cogieron el gustillo a sus nuevas piraguas (al final de esta historia comprenderán el por qué). Al estreno también asistimos, Manolo, Paz, Antonio, Fernando (hijo de Maite) y un servidor, además de un grupo de amigos.
La primera parte de la travesía, se realizó en grupo, íbamos los nueve, y relajadamente por el Carrascón llegamos hasta la rampa de gallineras, para hacer un descanso, serian las 20.00h. Fue en ese lugar, donde el grupo se dividió en dos:
GRUPO I
Ana, Isabel, Fernando y Vicente.
GRUPO II
Paz, Antonio, Manolo, Andrés y Enrique.
Mientras el primer grupo, regresaba al pantanal por el Caño Sancti Petri, pues la marea estaba muy baja para poder pasar de regreso por debajo del puente Labaera, el segundo grupo, marchó rumbo al castillo Sancti Petri sin hacer escala alguna.
Llegamos todos (inclusive el delfín amaestrado de Paz que tiraba de ella como un torpedo, no conseguíamos alcanzarla), faltando 15 minutos para la puesta de sol. Y pudimos ver, los adelantos de las obras en el castillo, con la reconstrucción de los muros de la fortaleza. Ya se nos pasa por la cabeza, montar un bar restaurante allí a Paz y a mí, cuando se nos adelantaron tres piragüistas montando uno improvisado bajo un muelle que allí se encuentra con motivo de la restauración. Así que entre Perfiles IPE y UPN sobre los que se sustenta el entablado, nos comimos unas papas con mojo picón para chuparse los dedos, aunque algunos se acordaron de ellas durante el camino de regreso, por uno u otro motivo, especialmente Manolo, que le entro hambre en la paradita que hicimos en gallineras para hacer tiempo para que subiera la marea.
Terminamos de cenar, ya había oscurecido del todo y la luna ya mostraba su blanca palidez, salpicando de plateado el océano, cual escama de pescado se tratase, estando esta noche acompañada del planeta Venus. Jamás en la vida había hecho algo así, y seguí a mis compañeros al agua en la más completa oscuridad, cual espeleólogos con lucecitas en la cabeza (toda una aventura, me pareció escuchar). Todo estaba oscuro, de no ser por las lucecitas de la costa, más la iluminación rojiza que se eleva desde San Fernando, recortada por la silueta oscura de las dunas, no hubiésemos sabido hacia donde remar. La ruta de vuelta, se convirtió en un paseo, pues además de que la marea nos empujaba para el Carrascón, el agua se puso cual cristal de un espejo, y hasta la luna se veía en su forma redondeada sin ninguna ondulación sobre ésta, era como si la tierra tuviera dos satélites esa noche (como el cuento del ratón que se ahogó queriéndose comer el queso que estaba en el agua).
Ya por el Carrascón, a medida que la luna se alzaba en el firmamento, dejando atrás el horizonte, con más claridad se discernían los objetos, tanto, que se veían hasta los colores de mi piragua, y los boquetes de las bocas en las orillas, yo lo flipaba . Corriente a favor, y luna llena, un… mira mira miraaaa!!! Indicando el firmamento redondeó la noche. Una estrella fugaz, rajo la negra cúpula del firmamento durante unos segundos, tantos, que hasta me dio tiempo de verlo a mí que andaba despistando, para terminar muriendo en un fogonazo verdoso precioso, (menudo bólido). Era la culminación de una noche mágica, de no ser porque aun quedaba pasar por el puente Labaera lleno de piedras, con marea baja y Andrés estrenando piragüa (que mal rato pasó), aunque salió ileso del trance (el champan de la ceremonia seria del bueno, habrá pensado Poseidón o Neptuno).
Llegamos al pantalán sobre las 00:15h
Pero aquí no acaba la noche. Pues en la casa de piraguas, nos dimos cuenta que el primer grupo, aun no había regresado, y eso que ya habían pasado cinco horas y se suponía que ellos habían tomado la ruta de regreso tal y como nos contaron al dividirnos como ya dije, ¿que había podido pasar?(es por eso por lo que dije, que le cogieron gustillo al estreno al principio de este ladrillo).
Paso la antorcha para que cuenten su historia, solo decir que me lo he pasado como un niño chico un 5 de enero por la tarde cogiendo caramelos.
Escrito por Enrique Garófano
Gupo I
En el muelle de Gallinera dejamos a nuestros compañeros rumbo al castillo de Santi Petri y Vicente, Fernando, Ana e Isabel nos dirigimos rumbo de vuelta a casa, porque nuestra primera intención era solo hacer una pequeña ruta para acompañar a nuestros compañeros en el estreno de Kayak. Ana e Isabel iban encabeza con una charla amigable disfrutando de las salinas seguidos de Vicente que remolcaba al hijo de Maite el mas alevín del grupo (12 años), perdón Fernando 13 que un año más a estas edades es un récord.
Cuando llegamos a la altura del caño del desvío dirección al pantalán nos surgió un dilema girar hacía la derecha dirección el caño de Zaporito o seguir por la izquierda al puente de Zurraque, por nuestra orientación decidimos seguir por la derecha porque veíamos la Isla al fondo, pero mirábamos el caño por donde teníamos que girar que tenía una longitud de ancho de 10 cm de agua, todos nos mirábamos ante nuestro asombro pero con mucha resignación y alegría decidimos descansar un poco y esperar a que la marea empezase a subir, aquí nos dimos cuenta que los tres novatos que estrenábamos OASIS habíamos embarrancado y la FLECHA había salido airoso... ¡lo que hace la experiencia..¡
Vicente compartió con nosotros sus escasos recursos alimenticios y pudimos reponer fuerzas... aquí también me di cuenta que tanto en piraguas como en montaña hay que ir preparado para todo, todo... pero una vez recuperado nos pusimos a disfrutar de las vistas que eran preciosas, al fondo divisábamos Chiclana con su S. Ana iluminada, arriba la luna casi llena, aquí se nos vino a la cabeza el poema:
Ya nadie mira a la luna,
La luna ya no es de nadie,
Ya no la cubren de besos,
Ya no la bañan con sangre.
Ni ya le escriben poemas,
Ni ya le elevan puñales
Ya no hay tragedias de amores,
Ya no hay amor, no hay amantes...
En este punto hicimos el silencio al contemplar la belleza que nos rodeaba con la madre naturaleza de fondo (sonidos del agua, el bailar de los pececillos, el canto de las aves...).
Cuando el éxtasis se nos paso decidimos reanudar la marcha y nos adentramos en el mini caño, la ruta la encabezaba Vicente seguido de Fernando (que hay que decir que se comportó como todo un campeón..).
Al ver que no podíamos avanzar nos pusimos a contemplar el cielo, la luna a nuestra espalda, a la izquierda la constelación de Escorpión y a la derecha la Osa Mayor... se puede pedir mas... pero cuando llevábamos dos horas en el caño cada uno de nosotros ya imploraba a los dioses pero sobre todo imploró el buen humor.
A cada momento nuestro amigo Fernando nos recordaba que llevábamos 6 horas metidos en el kayak y ya la noche se resentía...después de tres horas de espera el agua llegó y pudimos alcanzar el esperado pantalán de la Magdalena.
Cuando llegamos nuestra compañera Paz nos llamó preocupada por nosotros y Andrés como siempre salió a nuestro encuentro a ayudarnos. Nuestro periplo cañero había terminado durando 6 horas pero habíamos disfrutado de nuestra experiencia gracias a la LUNA.
Bueno, la verdad los artífices de tal experiencia habían sido Paz y Andrés que gracias a sus corazones enamorados fueron los que propusieron la salida para disfrutar de la luna, por ello queremos terminar nuestra odisea dándoles las gracias a ellos con este pequeño relato de fondo, la luna:
“.... seguro que muchas de vosotras os sentiréis identificas con todo esto, y cada vez que paseáis por la noche y alzáis la vista y la observáis sentís el mismo escalofrío recorriendo de pies a cabeza vuestros sentidos, no sólo como algo físico, si no como algo que nos llega muy adentro, algo que sentimos al posar los aojos sobre su brillo resplandeciente e inagotable...”
Escrito por Isabel Cáceres
Gupo I
En el muelle de Gallinera dejamos a nuestros compañeros rumbo al castillo de Santi Petri y Vicente, Fernando, Ana e Isabel nos dirigimos rumbo de vuelta a casa, porque nuestra primera intención era solo hacer una pequeña ruta para acompañar a nuestros compañeros en el estreno de Kayak. Ana e Isabel iban encabeza con una charla amigable disfrutando de las salinas seguidos de Vicente que remolcaba al hijo de Maite el mas alevín del grupo (12 años), perdón Fernando 13 que un año más a estas edades es un récord.
Cuando llegamos a la altura del caño del desvío dirección al pantalán nos surgió un dilema girar hacía la derecha dirección el caño de Zaporito o seguir por la izquierda al puente de Zurraque, por nuestra orientación decidimos seguir por la derecha porque veíamos la Isla al fondo, pero mirábamos el caño por donde teníamos que girar que tenía una longitud de ancho de 10 cm de agua, todos nos mirábamos ante nuestro asombro pero con mucha resignación y alegría decidimos descansar un poco y esperar a que la marea empezase a subir, aquí nos dimos cuenta que los tres novatos que estrenábamos OASIS habíamos embarrancado y la FLECHA había salido airoso... ¡lo que hace la experiencia..¡
Vicente compartió con nosotros sus escasos recursos alimenticios y pudimos reponer fuerzas... aquí también me di cuenta que tanto en piraguas como en montaña hay que ir preparado para todo, todo... pero una vez recuperado nos pusimos a disfrutar de las vistas que eran preciosas, al fondo divisábamos Chiclana con su S. Ana iluminada, arriba la luna casi llena, aquí se nos vino a la cabeza el poema:
Ya nadie mira a la luna,
La luna ya no es de nadie,
Ya no la cubren de besos,
Ya no la bañan con sangre.
Ni ya le escriben poemas,
Ni ya le elevan puñales
Ya no hay tragedias de amores,
Ya no hay amor, no hay amantes...
En este punto hicimos el silencio al contemplar la belleza que nos rodeaba con la madre naturaleza de fondo (sonidos del agua, el bailar de los pececillos, el canto de las aves...).
Cuando el éxtasis se nos paso decidimos reanudar la marcha y nos adentramos en el mini caño, la ruta la encabezaba Vicente seguido de Fernando (que hay que decir que se comportó como todo un campeón..).
Al ver que no podíamos avanzar nos pusimos a contemplar el cielo, la luna a nuestra espalda, a la izquierda la constelación de Escorpión y a la derecha la Osa Mayor... se puede pedir mas... pero cuando llevábamos dos horas en el caño cada uno de nosotros ya imploraba a los dioses pero sobre todo imploró el buen humor.
A cada momento nuestro amigo Fernando nos recordaba que llevábamos 6 horas metidos en el kayak y ya la noche se resentía...después de tres horas de espera el agua llegó y pudimos alcanzar el esperado pantalán de la Magdalena.
Cuando llegamos nuestra compañera Paz nos llamó preocupada por nosotros y Andrés como siempre salió a nuestro encuentro a ayudarnos. Nuestro periplo cañero había terminado durando 6 horas pero habíamos disfrutado de nuestra experiencia gracias a la LUNA.
Bueno, la verdad los artífices de tal experiencia habían sido Paz y Andrés que gracias a sus corazones enamorados fueron los que propusieron la salida para disfrutar de la luna, por ello queremos terminar nuestra odisea dándoles las gracias a ellos con este pequeño relato de fondo, la luna:
“.... seguro que muchas de vosotras os sentiréis identificas con todo esto, y cada vez que paseáis por la noche y alzáis la vista y la observáis sentís el mismo escalofrío recorriendo de pies a cabeza vuestros sentidos, no sólo como algo físico, si no como algo que nos llega muy adentro, algo que sentimos al posar los aojos sobre su brillo resplandeciente e inagotable...”
Escrito por Isabel Cáceres
1 comentario:
Enrique, muy bueno.
Por el resto, me alegro de vuestras adquisiciones, ahora a navegar y a seguir progresando.
Nos vemos en el caño.
Antonio.
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